Así Es La Venta Ilegal De Citas De ExtranjeríA Juegan Con La DesesperacióN De La Gente |
Cuando Jorge (nombre ficticio) llegó a España desde Perú a mediados de septiembre para estudiar un máster en la Universidad Autónoma de la capital española, se pasó su primera semana en la capital tratando de resolver gestiones y trámites relacionados con la Universidad y el alojamiento. Lo ′normal’ en situaciones así.
El joven tenía todo bajo control hasta el momento en que se encontró con la web de la Oficina de Extranjería, donde debía solicitar “en un plazo de un mes” la Tarjeta de Identidad de Extranjero (TIE). Lo que absolutamente nadie le afirmó es que el sistema de turnos para tramitar la tarjeta le impediría una y otra vez solicitarla, y que después de un viaje fallido a Cuenca debería acabar pagando sólo por la cita. , confirman desde el Ministerio de Política Territorial y Función Pública, del que depende la aplicación que administra las citas de Extranjería.
“Estuve casi un mes tratando de conseguir citas: entraba a la página y no había horarios de ningún género. No había previsto que fuera tan complicado”, explica Jorge. “Por foros de discusión, comencé a averiguar y vi que aconsejaban probar ciertos días a determinadas horas para buscar la cita. Decían que cada lunes entre las 7 y las ocho de la mañana abrían el sistema, conque ‘levántate a esa hora y trata de conseguirla’. pedir cita previa extranjeria valencia Lo intenté, pero jamás encontré turno”, lamenta.
Enrique (nombre falso) se encontró con exactamente la misma situación tratando de conseguir cita para su pareja en Barcelona. Fue “un follón, una movida” que les llevó a terminar pagando “unos cuatrocientos euros” a “pseudoabogados de pseudomafias” para conseguir regular la situación de ella, que, como extranjera, necesita “una tarjeta de familiar de comunitario” para poder radicar en el país los próximos 5 años.
En el Ministerio de Política Territorial y Función Pública reconocen que el retraso en la concesión de turnos “es un problema que se ha venido produciendo” recientemente, y aseguran estar “trabajando en ello desde hace tiempo”. El Ministerio habla de “picaresca” y de “fraude”, sin detallar su origen, que prosigue siendo desconocido. “Hasta el CNI se ha metido en el asunto”, cuentan desde el Ministerio, y solo ha servido para descartar la presencia de bots que manipulen estas páginas.
“Se ha detectado que hay gente refrescando todo el tiempo [la web de Extranjería] para conseguir más citas. Esa gente se dedica a coger citas a mansalva para tratar de revenderlas luego”, explican. Y su objeto de extorsión son migrantes que quieren regularizar sus papeles, renovar su permiso de residencia, tramitar autorizaciones de trabajo, o estudiantes que precisan una tarjeta de identidad para continuarse con sus estudios en España.
A Jorge, que entra en este último conjunto, no le quedó más antídoto que recurrir a “esa gente”. Pero antes, probó suerte en Cuenca, donde enseguida pudo sacar una cita. “Ya sabía que había una probabilidad de que no me admitieran, pero tenía que intentarlo”, explica. Cuando Jorge preguntó en la comisaría de Cuenca, los funcionarios reconocieron que su historia no les pillaba por sorpresa, mas que si iba a vivir en Madrid no podían tramitarle allí la tarjeta. “No te preocupes, vas a localizar cita”, trataron de sosegarle. “Ve con la captura de que no hay citas y pon una protesta en la Oficina de Migraciones, y seguramente te van a ayudar a solucionarlo”, le aconsejaron.
Jorge lo barajó como una opción, mas ya antes probó otra. Como ya se había hecho miembro de múltiples grupos de Facebook de estudiantes en la capital española, procuró averiguar qué hacía la gente en su situación. “Busqué ahí y había muchos mensajes de ‘No consigo la cita’, así que imaginé que era más difícil de lo que parecía. Me preocupaba porque ya había pasado un mes y la vigencia de mi visa era de tres meses; no sabía si luego podía salir de España o bien no. Uno de estos mensajes de Fb decía: ‘¿Tienes problemas con tu cita? Te logramos una’”, narra.
Jorge contactó con uno de ellos, “al principio con miedo, obviamente”. “Está claro que juegan con la desesperación de la gente”, mantiene. Lo intentó con el que le parecía “más formal”: “Tenía foto, tenía una presentación, era un bufete especializado en Extranjería. Pensé que no podía ser tan malo”. “Hablé con ellos, me dijeron que me podían conseguir cita por cien euros. Me solicitaron una foto de los datos de mi pasaporte y me preguntaron para en qué momento lo quería. Yo estaba agobiado, era mediados de octubre, ya había pasado el plazo del mes. Me dijeron que iban a intentar lograrme lo antes posible, pero que lo más probable es que no hubiese hasta enero. Les dije que hasta enero no podía esperar”, cuenta.
Entonces vio que en otro comentario de los conjuntos de Facebook, alguien daba su número de WhatsApp. Probó, “por si acaso”. “La persona, que nunca me afirmó su nombre, me preguntó para cuándo quería la cita. Le dije que cuanto más pronto posible, mejor. Me contestó: ‘Sí, yo creo que sí, que en una semana te lo conseguimos’. Por cincuenta euros”.
“No tenía más opción”, reconoce, y “por un tema de ahorro”, se resolvió a probar por la segunda. En “tres o cuatro días” y, para su sorpresa, a Jorge le llegó la cita mientras estaba en clase. Enseguida, recibió otro mensaje del ‘conseguidor’: “Confírmame que te ha llegado la cita y procedemos con el pago”.
A Enrique el “tema de ahorro” no le sirvió para mucho. La suma que debió abonar a unos “pseudoabogados”, como los describe, asciende a 400 euros. Y asegura haber visto por hasta 500 euros. “Una barbaridad”, lamenta. Él estuvo en torno a 3 meses “picando al F5″ [actualizando] la página web de la Generalitat de Catalunya. Y nada. Harto de ver el mensaje “en este instante no existen citas disponibles; por favor, inténtelo más tarde”, se presentó con su pareja en la Oficina de Extranjería de Barna a primera hora de la mañana. Hicieron una cola que daba la vuelta a el rincón, cuenta, y les afirmaron que precisaban cita previa para cualquier trámite. La pescadilla que se muerde la cola.
Al fin, “un segurata” de la Oficina les explicó que, si bien no sea información pública, las citas se liberan un día determinado, y que probasen “el catorce de ese mes”. Ese día, temprano, se plantaron frente al computador. Y nada. “En menos de diez minutos se habían acabado las citas de los próximos 4 meses”.
Sin darse por vencido, Enrique trató de registrarse en el , una plataforma “para la presentación de solicitudes que no se ajusten a procedimientos administrativos ya contemplados en las correspondientes Sedes Electrónicas de las Administraciones Públicas”. Se pasó meses rastreando y, “a pesar de todo, no conseguí pedir la cita”. “Cuando eres un particular es muy complicado acceder”, explica. La clave, para él, es que siendo abogado “sí tienes acceso a este registro y ahí puedes subir los documentos de alguien para que la Administración expida una cita”. “Pero claro, te cobran un pastón”, apostilla Enrique. Fue entonces cuando él admitió que por su cuenta “iba a ser imposible” conseguir esa cita.
Mediante el ingreso “en dos pagos” de los cuatrocientos euros que les solicitaban, sí han logrado cita y, de forma previsible, su pareja tendrá su tarjeta de residencia en los próximos días. Enrique prefiere no revelar su identidad ni la nacionalidad de ella porque, confiesa, se siente “un poco paranoico” y le “raya el tema de los abogados”. “Hasta que no esté todo hecho me da cosa; perdona”, se justifica.
Jorge comprende con perfección esta sensación. Hasta que no llegó el día de su cita, tampoco se quedó tranquilo: “Mi temor era que esa persona me la cancelase, por el hecho de que tenía mis datos y el código de la cita”. “Se podía quedar con mi dinero y yo no sabía ni quién era”, afirma. “Pero todo fue supernormal luego”. El día de la cita Jorge salió con su tarjeta de extranjero en mano y, de nuevo, sorprendido pues la oficina de la capital de España “no estaba colapsada”, como pensó. “Sólo había dos o bien tres personas más aparte de mí”.
En el Ministerio de Política Territorial y Función Pública afirman que el 30 por cien de las citas que se dan quedan desiertas pues no se presenta el solicitante, y esto se debe, exactamente, a que quienes se dedican a coger turnos “a mansalva” no llegan a revenderlos todos. “Somos muy conscientes del inconveniente y nos lo estamos tomando muy en serio”, afirman.
“La aplicación que administra las citas ha sido auditada por el CNI para contrastar que no se producen accesos fraudulentos mediante bots y esto ya se descartó”, reiteran en el Ministerio. Desde entonces, apuntan, han puesto en marcha varias medidas para “resolver el inconveniente de la forma más eficaz”: las citas “ya no se liberan a una misma hora para evitar el colapso de ordenadores y el fraude de personas que acceden continuamente”, se ha limitado el número de veces que se puede coger cita por medio de un mismo ordenador y “se está primando el acceso por vía telemática y los trámites no presenciales”.
Además, “para evitar la picaresca, la aplicación de cita anterior incorpora el envío de un código de verificación por e mail a la persona que está procurando reservar una cita”, agregan.
Por el instante, el problema prosigue ahí. Quién sabe si dentro de 5 años, cuando la pareja de Enrique deba regresar a pedir cita para conseguir la residencia permanente y de este modo eludir convertirse “en ilegal de la noche a la mañana”, la picaresca haya dejado de estar por encima de la ley.
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